lunes, 12 de enero de 2009

Advertencia

“Hacer la guerra/atacar el corazón”
Eso quieren decir los dos ideogramas.
A ambos los encontré separados en una versión del clásico libro “El arte de la guerra” que la tradición le atribuye a Sun Tzu, general chino del pasado más remoto. Y los junté para tratar de resumir las dos raíces de mi escritura. La Guerra de Malvinas que, a mis 19 años, pobló de certidumbres una historia que me excede; y los restos de relaciones afectivas que, a mis 46 años, pueblan de fantasmas la historia que me contiene.

Lo que van a leer puede ser recorrido de varias maneras (como siempre, por supuesto), pero lo digo no sólo desde el hecho físico de empezar por el final o buscar alguna palabra clave, sino desde la hibridez de los géneros que recorre. Este blog tiene registros varios y otros tantos intentos de decir, una y otra vez, lo mismo: que “...el recuerdo es peor que Dios cuando pierde la paciencia...”.
Como comprenderán, no los expondré al juego estilístico de una pretendida universalidad. No, el recuerdo al que me refiero es al mío.

Algunos se han buscado, y se buscarán, en los nombres, los lugares y las historias. Hubo, y habrá, quienes hasta sufrieron, y sufren, por la semblanza que creyeron, creen, encontrar de sí mismos.
Yo no puedo impedir estas lecturas y, aunque tuve la tentación de escribir que todo lo dicho es ficción, Lili me sigue diciendo que es inútil, que nadie me va a creer, que todos van a creer reconocerse en los relatos, porque al fin y al cabo esa es la función de cualquier escritura. Y estas son, sólo, otras más. Como para que nos encontremos de otra forma, que los dolores se vean un poco y expliquen algo de tanto silencio.

Alguna vez dije que no iba a escribir más, pero felizmente nada es para siempre.

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